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Ana Garrido Padilla (Madrid, 1966) se licenció en Ciencias de la Información y ejerció como periodista en el diario ABC en las secciones de Opinión y Documentación. Actualmente es Presidenta de la asociación literaria Verbo Azul, cuya revista, La Hoja Azul en Blanco, codirige junto a Juan José Alcolea. Su obra ha sido recogida en múltiples antologías. Colabora también en diversas revistas literarias como Pan de Trigo o Álora, la bien cercada, entre otras, y es miembro activo de varios foros poéticos en Internet. Como poeta, ha publicado con su asociación los títulos A veces alguien pasa, ¿Qué me quieres? y A la espalda del agua. Entre los premios recibidos citaremos el Primer Premio del Certamen de Poesía Mística "Martín Descalzo" de Valdemoro (Madrid), en los años 2002 y 2005.
POÉTICA: Cualquier intento de racionalizar el acto poético se me antoja temerario per se, desde el momento en que considero que la poesía, al menos en mi caso, nace siempre de un deslumbramiento, de una irrenunciable urgencia de derramarse sin más en el poema. Esta necesidad, fruto en sazón de una constante búsqueda de la otredad, de la inmanencia, llega en forma de relámpago, casi como si el primer verso, el orto, surgiera firme, intocable, preciso, con las palabras y la forma exactas. Entonces todo es posible, no cabe resistir, sólo esperar que se produzca el milagro y dejar que se abrasen las luciérnagas. Y al fondo, en un rincón, la primavera.
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Des cubrir te
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CUÁNTAS veces hemos visto florecer la hierba,
cuántas veces me has desnudado
mientras tu sonrisa
me acaricia.
Hoy estamos de nuevo aquí,
sobre la cama,
y la música nos envuelve,
y no queda aire entre nosotros,
y nuestras manos se enlazan
y se confunden,
y nos confundimos.
Me he vuelto a ti para mirarme en tu rostro;
desde tu cuerpo me llega la luz,
y me dibuja,
y nos dibuja,
y hace distintos nuestros contornos.
Estás tan cerca cuando te miro
que no veo dónde acaba tu imagen;
tal vez mis huesos levanten tu esqueleto,
tal vez tu pulso corra por mis venas.
Tu piel me queda grande,
me cae a tiras desde los hombros,
pero es hermoso sentir
cómo respiras en mis pulmones.
Somos uno, quizá no más que eso,
quizá no hayamos sido nunca más que eso.
Hablas, y en tus labios me sorprende mi voz.
me es ajena:
mis palabras suenan distintas en tu boca.
No digas nada, calla lo que sientes,
deja que adivine.

Sí, ahora vas a decirme que me amas,
y yo no quiero oírlo, no quiero saberlo,
no necesito saberlo.
Es tu sudor quien me lo grita,
tu esfuerzo por dar a mis poros tu propia esencia.
Y te amo,
y me amas,
y nos amamos.
Hemos vuelto a dejar el corazón
latiendo al mismo ritmo;
míralo, va a salírsenos del pecho,
va a estallar,
va a inundar las sábanas.
La sangre me cubre ya la cara,
me salpica los dientes,
acude a mi lengua
y yo la bebo.
Qué fácil es sentirse vivo,
qué fácil acabar muriendo,
abandonarse,
dejar que las fuerzas se escapen poco a poco.
Y esa cálida emoción,
ese mirarte,
ese no haber visto nunca
un amanecer parecido,
y saber que el sol
no es más que una bombilla de 60 watios,
y preguntarse qué diablos importa
que todo no sea tan perfecto.
Escucha,
me estoy diluyendo entre tus brazos,
y ya sólo queda húmedo
un rumor de amapolas.
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Con sudor de sangre
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SE quiebra este silencio de aceituna
sobre la frente en surco
en cálida condena.
Hoy muere el barro con sudor de sangre,
hoy besa el lienzo la faz
y sus confines habitan la esperanza.
Hoy te miro, el pecho atravesado,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdoliente,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxgeneroso,
caudal de sombra bajo el árbol frágil,
vértice del amor, teorema exacto.
La higuera dio su fruto,
ungido el cáliz con crisol de espinas,
la boca atormentada de vinagre.
Así tuvo que ser, estaba escrito,
el cielo se vistió de mansedumbre,
tembló la noche y clausuró la espera,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxel dolor,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxla promesa
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxy el espacio.
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Sigue muriendo Dios
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxY en tanto cada uno libra al día
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxa su pobre manera, mansamente
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxsigue muriendo Dios.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxJosé Miguel Santiago Castelo
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SIGUE muriendo Dios en todas partes,
en todos los embalases y quebradas,
en cada soledad
y en esta tarde
nudosa y carcomida de silencio.
Sigue muriendo Dios y todavía
parece que se muera
inmensamente muerto de amor,
inmensamente solo.
Como el tronco a la tierra
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxmaniatado,
en adarmes la ropa
y el cansancio,
se deja desgajar en mansedumbre,
reventado de lirios en rescate.
En el pecho
xxxxxxxxxxla herida de mi culpa,
a la espalda
xxxxxxxxxxla cruz y la blasfemia,
en concierto de luz y de ceniza,
sigue muriendo Dios
xxxxxxxxxxxxxxxxabandonado.
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Tanta tierra
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEs luz que no tiene noche
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxTeresa de Jesús
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NO me cabe en los huesos tanta tierra,
tanta herrumbre a la espalda,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxtanto frío;
no me cabe en las manos tanta lluvia,
no me cabe en los ojos
xxxxxxxxxxxxxxxxxxni en la boca
esta quietud de aljibes y de párpados.
Está la tarde gris
xxxxxxxxxxxxxxy se me agrieta
derramando la piel por las aceras
a zarpazos de sol,
xxxxxxxxxxxxxxa cuchilladas.
Ya no hay viento,
sólo un aire de almendras por las calles,
un silencio en guirnaldas
y un asombro
xxxxxxxxxxxde lunas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxen barbecho.
Mírame maldecirte con la luz a jirones,
silente el corazón
xxxxxxxxxxxxxxy amordazado.
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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxComo si nunca hubiera sido mía,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdad al aire mi voz
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx.Claudio Rodríguez

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DAD al aire mi voz,
por eso vivo,
por eso permanezco como el agua
desnuda en los bancales.
A veces llegan versos a escondidas,
en un susurro lento tan cansado
que apenas si resiste
la agonía
de morirse de espaldas
cuando el alba se llena de cometas.
Dad al aire mi voz,
que no importunen
los álamos la urgencia de este vuelo,
que me saben a mar
las despedidas
y a septiembre
la piel de las campanas.
Dad al aire mi voz,
que en los caminos
se escriba mi memoria a ras de suelo,
que cuesta amanecer a bocanadas
y están los lirios
mordiéndonos los ojos.
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Vendrán otros
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ESTOY aquí,
xxxxxxxxxxxmiradme,
vuestro dolor es mío.
Me adumbra la impotencia
de vuestras bocas mudas,
el grito en aguacero,
las blasfemias.
Está el sol al acecho,
de bruces,
en pedazos,
pero es inevitable apuntalar la tierra
cuando el lirio dibuja mi esqueleto.
Devolvedme la luz si estoy ausente,
si miráis otros ojos en mis ojos;
devolvedme la luz
xxxxxxxxxxxxxxxy oscurecedla.
No os pido nada a cambio:
mi voz os pertenece.
Miradme aquí miraros
y recoged mis lágrimas.
No repitáis mi nombre,
esparcid el silencio y las cenizas.
Vendrán oros,
vendrán, estad seguros,
y ocuparán mi sitio.
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SE nos quebró la piel y sus costuras,
sus abismos de alfanje,
su memoria,
porque a falta de pago
nos fueron desahuciando las cenizas.
Como si de repente se estallaran los días
y no hubiera caminos
para herir de pisadas,
se orillaron los vientos,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxlos escombros,
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxlas dunas,
y una estela de sombras
se hizo fuerte en los ojos.
De perfil
las acequias se volvieron mentiras
con su herrumbre de labios,
y un silencio a dos voces se instaló en los bolsillos.
Ahora escribo este octubre
para luz y piano
mientras oigo llorar a las cigüeñas
xxxxxxxxxxxxxxxxxen la botonadura de la lluvia.
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